"Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da". Éxodo 20:12
Desde antes de nacer, las primeras voces que escuchamos más seguido son las de nuestros padres, cuando estamos aún en el vientre. Las primeras personas que vemos al momento del alumbramiento, son mamá y papá. Las primeras palabras que aprendemos a decir son "Mamá" y "Papá". Cuando tenemos miedo, recurrimos a nuestros padres. En fin, no terminaría de nombrar cada una de las situaciones en las que nuestros progenitores están presentes a lo largo de nuestra niñez.
Conforme vamos creciendo, va cambiando nuestra mentalidad. Entramos a la adolescencia, y nos sentimos las personas más independientes de todas, nos queremos comer el mundo, nos creemos los todopoderosos, etc. Es en esta etapa cuando nuestros padres comienzan a preocuparse más por nosotros, porque es aquí cuando nos comienzan a llamar la atención las cosas que hacen nuestros amigos u otras personas que vemos, tanto en televisión, internet o el mundo real, llámese fiestas, discotecas o antros, alcohol, tabaco, narcóticos, entre otras cosas.
Pero nosotros estamos tan ocupados aparentando ser geniales con nuestros amigos y queriendo agradarles a todos, que no escuchamos los consejos que nos dan nuestros papás. Y les puedo asegurar por experiencia propia que esos consejos son porque ellos fueron adolescentes también (aunque no lo crean), y aunque los tiempos de ellos eran diferentes a los nuestros, también pasaron por lo mismo que nosotros. Ah, pero los chavos de onda sentimos que todo el mundo se inclina a nuestros pies y que no pasa nada. Pero, ¿qué acontece después? Hay accidentes, enfermedades, problemas con amigos u otras personas y cosas que se hubieran podido evitar si hubiéramos escuchado las palabras de nuestros padres.
El escucharlos, obedecerlos y respetarlos, tiene que ver con la HONRA. Honra se refiere a respetar, admirar y estimar a alguien o algo. ¿En realidad respetamos, admiramos y estimamos a nuestros padres? Eso sólo se refleja en nuestros actos, si nuestro padre o madre nos dice no vas a la fiesta" y nosotros nos vamos a la fiesta, es un claro ejemplo de lo que NO es la honra.
La palabra de Dios dice en Proverbios 1:8 "Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre". Sin embargo, nosotros hacemos todo lo contrario. Cuando nuestros padres nos corrigen, sentimos que no nos quieren, que no nos entienden, que nos están haciendo un mal, cuando realmente hacen todo eso por nuestro bien, pero es algo que logramos llegar a entender cuando somos un poco más mayores y tenemos más responsabilidades, ahí es cuando nos damos cuenta de que los actos de nuestros padres fueron para nuestro beneficio.
Y así como debemos HONRAR a nuestros padres, debemos también honrar a Dios, que es nuestro padre celestial. Como padre, Jehová nos ama, nos da palabras de amor, de aliento y nos abraza cuando nos sentimos solos, tristes o desamparados, pero así también nos corrige cuando ve que estamos haciendo mal. La Biblia habla de ello en Proverbios 3:12, cuando dice "Porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere". Como todo padre, Dios corrige nuestros caminos para que podamos ir hacia el bien, y hacer lo que está bien ante sus ojos, no ante los nuestros.
Es por ello que debemos guardar y seguir todos sus mandamientos, para que así, nuestra vida en la Tierra quizás no sea más fácil, pero sí que sea más próspera al estar en su presencia y creer en su nombre. De igual forma, nunca hay que menospreciar los castigos de nuestros padres, porque al final de cuentas, lejos de hacernos daño, nos están beneficiando, y como dije antes, cuando seamos mayores podremos comprender todo lo que hicieron por nosotros.
Si crees que haz deshonrado a tus padres y/o a Dios, es tiempo de que le pidas perdón y te pongas a cuentas con Él. Sólo tienes que orar de esta forma:
"Señor, en ésta hora reconozco que te he deshonrado, que no he hecho lo que tú haz mandado, que no he tratado de hacer tu voluntad y me he enfocado más en hacer la mía. Es por eso que te pido perdón, reconozco que soy pecador(a), y te pido que quites de mí toda barrera que impide obedecerte a ti y a mis padres, que me ayudes a ser diligente y a seguirte como tú quieres, límpiame con tu sangre preciosa, y me comprometo a ser un hijo obediente a partir de hoy. En el nombre de Jesús, que tu Espíritu Santo me guíe a toda verdad, y gracias por mostrarme tu amor cada día. Amén".
¡Excelente! Ahora, no sólo basta con repetir esta oración, sino con hacer lo que dice, así que no te quedes sentado, acostado o parado leyendo ésto, y corre a honrar a Dios con tus actos y no sólo con tus palabras ;) que Dios te bendiga!
-Kathia* (: